Se escapan, como huyen los peces del anzuelo envenenado de promesas de libertad...
Se escapan, como los vivos que pasean con los muertos de este mundo...
Se escapan los días...
Se escapan, las piernas de mi cama y el recuerdo en tu almohada...
Se escapan, como la embriaguez trepa por mis venas en una noche sin Luna...
Se escapan, como las ovejas en el rebaño, como los pájaros en una bandada abarrotada...
Se escapan, como una gota de sudor por los brazos que invaden una espalda desnuda...
Se escapan, como los ríos que fluyen por mi mente...
Se escapan, como el sí quiero en una ceremonia blanca de un domingo matinal...
Se escapan, como el humo agotador de una barra de incienso que se consume...
Se escapan las letras del último capítulo del libro de ayer...
Se escapan, como las claves de sol discurren por una guitarra en el balcón de mi vecina la puta de arriba...
Se escapan, como el desconocido que persiguió la dulzura de mis labios...
Se escapan los escotes atractivos por las esquinas de los suburbios más altos...
Se escapan, como la carretera se aleja al contrapicado del retrovisor...
Se escapan, como cuando las miradas apuntan al techo en un golpe acalorado...
Se escapan, como la sangre se imagina corriendo por el ventrículo...
Se escapan, como la cerveza de la taberna al bigote, en una tarde andaluza...
"Se escapa el lector anónimo que se colaba por mi ventana. Se escapa..."
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