samedi 25 octobre 2008

Lugares

Estaba sentada sobre un armatroste rosado, con pinta de cómodo. Sobre mi tenía una chiquitita bola suave, con pelos negros, que estira sus patitas hacía mi mirándome con esos ojitos color limoncito claro, que me seducen y pienso, ¿qué tiene esta linda gatita que me gusta tanto?. Mientras tanto, paseaba con mis deditos por su cuerpecillo, dibujando la forma de su redonda barriga y tratando de sentir su paz, esta en calma, ¿pensará algo?...

En aquel lugar se respira un ambiente especial; no es como cuando huele a aroma de fresas, ni a queso fundido desde la cocina cuando se derrite dentro del horno, ni tampoco es simplemente el olor de una barrita de incienso despidiendose de este mundo, ni un perfume ostentoso, ni otro suave; es como cuando el paladar recibe una suculenta mezcla de sabores, es a lo que en los grandes restaurantes llamarían sabores exóticos, pero siempre teniendo en cuenta la gran exageración que hacen, son cosas del marketing...

A mi derecha, un sonido lento llama mi atención, es el agua que fluye dentro de una pecera. Entonces pude cerrar mis ojos e imaginarme la vida de esos diminutos seres. ¿Puede un pez pensar?, ¿sabe un pez que existe el tiempo?, ¿es feliz un pez en ese reducido y monótono espacio?. Es curioso como cada ser vivo independiente necesita de unas variables diferentes para llegar a sentirse realizado.

De nuevo, abrí los ojos y mire a mi izquierda: las transparentes telas moradas y azules que cuelgan suspendidas del techo me dejan entrever el exterior, no es un día frío para estar más cerca de Noviembre que nunca, pero aquí dentro hace un poco de frío, los rayitos del sol con poca fuerza ya en esta época no pasan a esta habitación.

De fondo, suenan unas canciones que antes había escuchado pero, en ese momento, no reconozco muy bien el autor. La música me gusta, es tranquila, alegre, me relaja y me hace dormir mejor. Siempre, por las noches, cuando el día dice hasta luego, estoy tranquila con mi gran tela roja, dejo las notas fluír por la habitación y la mente se relaja, sueño con bosques y con lugares cálidos al otro lado del mapa, sueño con historias improbables que hacen que me despierte más alegre...



A mi alrededor había colores en forma de cuadros; láminas con soles y lunas; libros amontonados descansando a la par con otros tantos artilugios y objetos variados que no podía reconocer desde donde estaba sentada; también ví una estatua que recuerdo que me llamo la atención, no es de aquí ni de este tiempo en el que vivimos pero tampoco se mucho sobre ella; una lámpara se cae casi en el centro de la habitación y da una luz pobre, anaranjada, que se complementa bien con la luz que desprenden las velas.

Yo siempre pongo velas- susurró- entretanto que las encendía y las colocaba a su gusto.
Yo pense que yo también lo hacía; las velas son especiales, dan una iluminación diferente a la de cualquier otro tipo de luz y fotografiar una vela a veces puede dar resultados muy estéticos, originales tal vez. Siempre he pensado que la fotografía no es sólo tecnica y ocasión, es el ojo del fotógrafo en sí lo que cuenta...

Hasta ahora no había hablado de mis pies. Tenía mis pies sobre una alfombra de color beige, rugosa y parecía como si me aislara del suelo, que estaba frío...

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