...Las horas transcurren serenas, apaciblemente dóciles, mis huellas coronando el sendero, sosegado, a golpes de carboncillo sobre un lienzo emborronado con manchas de ayer.
Tremulantes son los sonidos sordos y a ciegas, que escucho en mi jardincillo, mientras observo con tiento y lucidez las sombras que se proyectan tras tu silueta.
La luz te seduce de nuevo atrevida y soleada en días invernales disfrazados de primavera anhelada, recelosa, ambigua, en sospechas de que llegara.
Son las lecturas a solas, los sorbos de una copa de ron, la buena compañía que se fue, las marchitas palabras que volaron al cielo azul y las risas del final de una noche azul.
Son las tardes que dicen hasta luego a la Luna y que siempre se ponen a hablar de la penúltima sin nunca llegar a la última, acompañados de ojos que absorben pensamientos y descubriendo que el amor ya no esta en el tiempo ni en las manos de la esquina.
Son tan dulces los minutos del dolor, del tren de la encrucijada alternante, de los amantes en sueños, del río de la vida...
Tremulantes son los sonidos sordos y a ciegas, que escucho en mi jardincillo, mientras observo con tiento y lucidez las sombras que se proyectan tras tu silueta.
La luz te seduce de nuevo atrevida y soleada en días invernales disfrazados de primavera anhelada, recelosa, ambigua, en sospechas de que llegara.
Son las lecturas a solas, los sorbos de una copa de ron, la buena compañía que se fue, las marchitas palabras que volaron al cielo azul y las risas del final de una noche azul.
Son las tardes que dicen hasta luego a la Luna y que siempre se ponen a hablar de la penúltima sin nunca llegar a la última, acompañados de ojos que absorben pensamientos y descubriendo que el amor ya no esta en el tiempo ni en las manos de la esquina.
Son tan dulces los minutos del dolor, del tren de la encrucijada alternante, de los amantes en sueños, del río de la vida...
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire