Algo tan simple como el sonido del teléfono, la pequeña fuerza gravitatoria que se desliga al descolgar el auricular y pegarlo a un oído o la vibración que se produce en el interior de las cuerdas vocales de cada ser humano al producir vocablos, puede constituir un hecho de vital relevancia en nuestras vidas...
Durante la cena de noche buena, la señorita X recibió una llamada para salir a tomar unas copas después de la reunión familiar; mientras tanto, la señorita Y cenaba cordero al horno gustosamente en su casa, cuando recibió en su teléfono móvil un mensaje del señor Y, con la misma pretensión que tuvo la señorita Y al llamar a la señorita X...
Más tarde, después de todo un cúmulo de frecuencias por cable y llamadas de red, nos reunimos en el lugar XY de siempre, a tomar lo de siempre o algo más...
Sólo el más ínfimo aleteo de una mariposa o los segundos hacia adelante en un reloj de pared o el recorrido que hay entre una pata y otra de una mariquita, o el halo de vapor que se desprende de un café recién hecho; sólo el medio dedo de espuma en una cerveza o la reducida movilidad de unas pestañas en constante lucha con sus vecinas...
Sólo la flexibilidad del tallo de una margarita o el tímido cosquilleo cuando una mano se duerme debajo de una almohada o el tremendo escalofrío que recorre una espalda en la madrugada; sólo las diminutas partículas de átomos que componen la molécula del agua, o las gotas de ese mismo agua que resbalan por el pecho de un turista en una playa desierta, o el leve movimiento de las hojas secas cayendo de los árboles en Otoño...
Sólo, y solamente, son esas pequeñas cosas, minúsculas y aparentemente reducidas a la unidad más mínima, las que pueden cambiar el curso y el trasncurso de los acontecimientos de una noche como la noche de noche buena, regalando las conversaciones que despiertan intereses, los mensajes que hacen que las mañanas de los lunes se conviertan en carcajadas, las miradas sencillas que gritan "Bésame ya por favor" en los cumpleaños de Enero, las palabras sabias desde el amor de una verdadera amistad, esas pequeñas cosas que, al final, no nos cambian tanto...
...Enredar mis dedos en los rizos de la señorita X, saber perdonar y rescatar nuevas batallas con la señorita Y, explotar besos y más besos en las mejillas del señor X, estrechar el cuerpo de la señorita V en mis brazos y reír sin parar con el señor Y...
...Por la luz del tiempo que tenemos y del que vendrá, por todos los besos, las caricias y los abrazos a las 3, 4, 5... de una madrugada muy especial, por los encuentros y los (re)encuentros con viejos señores y señoritas, por vosotros...
2 commentaires:
ooooo!!!me parece que estamos siendo aducidos por el sindrome de amelié, un martes cualquiera, de un dia cualquiera, a las 15,43 cuando mi café paso de estar caliente, a estar frio...
me encantó señorita Pulón...te quiero...
Gracias nuevamente señorita V ... Te Quiero! ;) Ei y a ver cuando volvemos al Tigre, me encanto... :)
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