mardi 10 mars 2009

Ruidos...

Tengo esta mañana las manos llenas, el corazón humeando, la mirada aviolentada y el pensamiento aferrado al recuerdo de los domingos paseando por escurridizas veletizaciones en mi constante imaginar de treguas de amantes, de árboles frutales, de cien mil pestañeos por segundos, de copas a medio terminar...
No se si me querrá, si esperará verme, no se dónde ni cómo estará en este momento, en este tic tac del reloj que tengo enfrentado a mi mente, arrodillado a los minutos azucarados del presente y a las cartas del futuro que tal vez vengan en paquetes verdes a tu casa, recuerdalo compañero, recuerdalo...
En mi cuaderno descansando sobre la cama dice que tiene un amor descontrolado, un bosque hermoso, altísimo que parece que te descubre a cada sendero que eliges por su espectacular espectante laberinto de emociones...
Me han dicho que hay un ciego que se está muriendo por aquí cerca, no se si en la otra manzana o en el bajo del portal de enfrente, tiene una taza de té y algunos papeles a las 10 de la mañana, y observa con tiento como su mujer vestidita de azul ordena el baúl que galopa con el tiempo como caballos en furia arrolladora...
Por fin y a fuego lento, y con mi tersa dulzura incoherencia, he estado pensando en cambiar de tercio, pero no dejo de escribir (te), de sucumbir en el olor de tu aroma, como el peculiar de las madres cuando ponen lavadoras...

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