dimanche 26 avril 2009

Al día siguiente...

Entre el juego de miradas morbosas de una pareja que se acaramela en la barra de un bar, se derrite el último hielo de una copa de ron que dormita sobre la repisa de la mesa de al lado, solitaria, como un policía francés que vuela a París en vacaciones, esperando su ocioso dueño que ha encontrado bellas muchachas rubias con las que charlar...

A tientas en la oscuridad de la noche, sorbían los únicos rayos de luz blanca que provenía de las farolas de la vida salmantina, tenues y llenas de misterio, paseaban haciendo las eses que suele hacer un borracho y contando las estrellas que suelen contar los enamorados...

Y al día siguiente, a tientas me despierto con el recuerdo de aquélla pareja:

"Observo en el interior de la galería fotográfica de mi mente como pasan a la velocidad de la luz las imágenes de aquél chico, como la desnudaba con la mirada azul que deslumbraba a todo el bar, como la deseaba entre sus labios boquiabiertos, que al frente luchaban contra la pared amarronada que veía entre enfoque y desenfoque...

...Y ella, como olvidarla, como flotaba con su vestido gris, con su ambiente extraño, con su paranoia, con sus brazos saltando en aquélla fiesta, y su fiera integrándose en la mirada del chico, que huía por su pecho como un ladrón con su botín atestado de joyas..."

Y, al día siguiente,

me amenazo con un tacón de polvo,

me prometió que me clavaría una aguja de sangre,

que me inyectaría un nuevo nombre,

Al día siguiente...

...Me desperté con la máquina cansada, las válvulas atestadas, el corazón abarrotado, la mente en blanco, las cosquillas amarillas, las manos borrachas, la belleza, el amor y la locura en un tarro de cristal, la retina divertida y la boca llena de vino...

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