Opresión de la leve estocada tormentosa en el nocturno aguijón de la ballesta con congoja, que melancólicamente se pasea con su punzón sonrosado, penoso y con su capa caída.
Color del tono y el motivo, arropamiento de los allegados al festín navideño, frío como todas las noches del invierno de los disfraces sin tintes, con las máscaras de la amistad bajo un brazo y el pañuelo retirado en el otro.
Había árboles que florecían al ritmo vertiginoso de los chopos de Castilla, mejorando ancestralmente los campos en los abriles suaves y amigando las raíces a sus vecinos chopos de otra híbrida conocida.
Olores de perfumes de aprendices en las casas ajenas al extraño vagabundo, que con destreza y disimulo oscilaba su mano apocadamente temblorosa, sólo pidiendo un mendrugo de alborozo y un tiento del vaso del Mayo que comienza a tu lado.
Color del tono y el motivo, arropamiento de los allegados al festín navideño, frío como todas las noches del invierno de los disfraces sin tintes, con las máscaras de la amistad bajo un brazo y el pañuelo retirado en el otro.
Había árboles que florecían al ritmo vertiginoso de los chopos de Castilla, mejorando ancestralmente los campos en los abriles suaves y amigando las raíces a sus vecinos chopos de otra híbrida conocida.
Olores de perfumes de aprendices en las casas ajenas al extraño vagabundo, que con destreza y disimulo oscilaba su mano apocadamente temblorosa, sólo pidiendo un mendrugo de alborozo y un tiento del vaso del Mayo que comienza a tu lado.
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