Enfrente, arropados, al lado, separados, reunidos como quién tiene una buena mano al poker en una noche de esperanzas...
Las notas mágicas se revuelven como serpientes. Espero ferozmente que comience la batalla. Durmiendo de 8 a 10. Durmiendo por las esquinas de una habitación aún sin amueblar con las manos que se pliegan ocultando la distancia que me dista de tu pecho...
Mirándo(te). Mirándo(te) arayado entre la luz que se cuela por las rendijas de esta persiana en esta nueva habitación alejada, en el pueblo del frío y del amor. A mi lado, entonces eres el calor reciente que me das y me aparta, como el sueño de una mariposa, del equilibrio, difuminada entre aromas, inciensos que me escribes y dudas, sólo cuento con tus dudas. Y tú, que dejas el orgasmo para mañana y deslizas los párpados oscureciendo tu mirada...
Entre las páginas del libro de la mesilla de noche aún descansa la sonrisa de aquel hoy desconocido más tierna que nunca, como en los retratos inocentes de los carnés del colegio. Leemos. Leemos entrelíneas la ceguera del alma. Escribo con mi bolígrafo rojo y tú cantando en mi mente, escribo esta prosa desordenada y confusa...
Volamos. Volamos hoy hacia África, o Cuba, o quién sabe que lugar, dejando al sol que se instale en nuestras pieles.