Dime...
En mi mente una imagen en negro en estallido. Miro el reloj, marcan las diez, las diez de la noche. Busco mis gafas en la mesilla de noche, perdidas entre cajas de zumo vacías, vertidas botellas de agua pasada y pendientes de un sábado noche, no, de un domingo...
Ofrezco alguna resistencia a destaparme la venda y quitarme el disfraz escribiéndote la carta que no te enviaré. Pienso un segundo en los escenarios, en los deseos y los besos apasionados. Escucho la música que se escapa de un altavoz a mi izquierda, y fumo un poco para pensar mejor. Estaba en blanco, no recordaba muy bien que quería decir...
El chico de los pasteles ha estado hoy aquí. Se ha sentado a mi vera y me ha endulzado la tarde sin querer. Pero pienso en mañana y cabilo constante:
Mañana... mañana no te pensaré más ni te escribiré más.
Mañana... mañana me quedaré inmóvil y te dejaré marchar.
Mañana... mañana no te miraré a los ojos, no te desnudaré...
Dejaré, mañana, caer mi amor en un desierto huyendo de tu mirada...
pero lo haré mañana, mañana mi amor, mañana...
Apagó la luz de nuevo, me quedo quieta y me vuelvo a dormir...
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